Confieso que a veces me encuentro buscando aquello que no encuentro. Un haz de luz que me atraviese el alma y me haga gritar que por fin estoy viva. Pero ni las nubes ni la lluvia reaparecen y echo de menos los días grises. Días grises en los que me hallaba sonriendo como yo misma y no como mi sombra. 

Confieso que en este preciso instante no me reconozco. Con el alma de piedra y el corazón en un puño ansío nuevas respuestas. Respuestas que no voy a encontrar en el fondo de este mar en calma... cuando yo he sido huracán y tempestad en pleno vuelo. Y ahora me ahogo en la bañera de mis propios deseos. Quién lo diría.

Confieso que no extraño a nadie y les extraño a todos. Que me extraño a mi y a lo que era con ellos. 

Al fin y al cabo sólo soy un ser humano encarcelado en esta piel.

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