Carta a la desesperación
No son pocas las ganas que tengo de mandarlo todo a la mierda e irme de aquí. Porque ha vuelto a pasar. He huido mucho tiempo pero al final me encontró y me está absorbiendo a pasos agigantados. No son días pasajeros que algún día pasarán. Ha empezado y no tiene pinta de terminar. ¿Razones? Tengo muchas, o ninguna. A mí me han bastado para hundirme de nuevo en esto que tan bien conozco. Pero te las cuento por si andas algo perdido… He encontrado a alguien que es capaz de destruirme casi tanto como aquel que lo hizo en su momento. Es adictivo y venenoso. Debería alejarme de él pero me ha encontrado con las defensas bajo mínimos y no quiere soltarme. Cada palabra suya es un tranquilizante y una píldora de cianuro. No le quiero, esto no es amor. Estoy obsesionada. Y él aprovecha esto para tener control sobre mí. Todo el control. Hoy mismo me ha dicho cosas que han provocado que vuelva a arañarme los brazos. Y si fuera lista le mandaría a paseo, que volviera por donde ha venido.