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Mostrando entradas de noviembre, 2014

Descarga eléctrica.

Joder. Estoy cabreada. Ahora sí puedes decir que he llegado al límite y mi enfado es bastante plausible. Pero antes no. Antes era la tristeza de siempre. Lo que se conoce como "puto bajón de mierda de jueves porque me da la gana". Y qué tengo. Preguntas insulsas, conversaciones que no llevan a ninguna parte (si llegan a la categoría de conversación) y nada más.  Eso sí, cuidado si el bajón lo tienes tú. Que muevo el mundo por cambiarlo. Te hago mierdas de pancartas. Hago el payaso. Hago ALGO. No tengo conversaciones sobre el tiempo que hace o donde vas a comer o qué. No es tan jodidamente difícil después de tantos meses. No necesitas ser descabellado.  Y me cabrea y me desquicia. Y llego al límite y quiero acabar con todo.

Tu piel, mi delirio.

He sobrevivido. Lo que se pronosticaba como el más caótico de los días ha resultado ser maravilloso. Tu piel junto a la mía mientras me dejaba dormir ha sido de lo mejor que esta vida me ha brindado.  Sólo lo he tenido contigo. Y soy feliz. Como nunca o como debería ser siempre. Con ganas infinitas de comerme el mundo porque sé que tú estás ahí para cogerme de la mano.  Bendito septiembre. Bendita carta de rechazo. Bendito diciembre. Bendito mensaje. Maravilloso enero. Y maravilloso diez junto a ti.

Dormir es de cobardes

Las noches de insomnio me dejan ciega y loca. A un bostezo por segundo. Con un bonito maquillaje natural bajo los ojos.  Y estos estados de ceguera y locura me llenan de lucidez. Lucidez de la mala. De la de "vaya mierda de vida, hostia".  Y estoy cabreada. Y el exceso de cafeína no me sienta bien. Y así. Sobrevivir a este día va a ser algo épico.

Colapso.

Estoy en guerra con mis recuerdos. Con las promesas rotas de tiempos anteriores.  Mi ángel, te echo de menos.