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Mostrando entradas de octubre, 2014

Muñeco de trapo

Llegaste en un momento en el que la vida se deslizaba de mis manos. Cuando el frío calaba los huesos y el humo del tabaco no aliviaba mi sed. Y cuando caminar con los ojos vendados era la mejor opción para curar lo que quedaba de mi alma. Apareciste con un mensaje una mañana de diciembre. Después de varios intentos fallidos y latidos sin respuesta durante meses, ahí estabas de nuevo queriendo meterte en mi piel. Y que a pesar de mis sueños y mis ganas, retrasé con todas mis fuerzas por miedo a romper lo poco que quedaba.  Pero lo conseguiste. Un día. Tarde del 31 de diciembre. Una carta. Un muñeco de trapo. Y mi corazón latiendo con miedo. Con miedo a hacerte daño. Sin saber que esto me iba a cambiar.  He crecido contigo y he aprendido más de lo indecible. Que el amor es más que la pasión de dos amantes. El amor es estar. Y me has enseñado a estar y a querer estar. Y comprender que una vida sin ti sería una pérdida de tiempo.

Otoño

Quizás estos meses no hayan sido los mejores de mi vida. Cuando el calor volvía de las calles un infierno y me derretía el corazón.  Quizás todos estos días haya buscado una respuesta que siempre he tenido delante de mis narices y yo me empeñaba en ver más allá. Mis problemas no eran ellos, mi problema era yo.  Y ahora, cuando el frío comienza con sus primeros pasos este baile de invierno, mi corazón contento no busca más calor que el que me proporcionan unos pocos. Porque al final no ha sido un mal verano si de él he sacado una enseñanza tan valiosa.  Que no todo el mundo me quiere bien...                                                        ...ni todo el mundo me quiere mal. Que las personas que creía perdidas vuelven...                                                         ...y que aquellas que nunca habría imaginado perder, no volverán. Que ellos crecen...                              ... y yo también. Y por supuesto que mi amor idílico y soñado existe. Aho