Muñeco de trapo

Llegaste en un momento en el que la vida se deslizaba de mis manos. Cuando el frío calaba los huesos y el humo del tabaco no aliviaba mi sed. Y cuando caminar con los ojos vendados era la mejor opción para curar lo que quedaba de mi alma.

Apareciste con un mensaje una mañana de diciembre. Después de varios intentos fallidos y latidos sin respuesta durante meses, ahí estabas de nuevo queriendo meterte en mi piel. Y que a pesar de mis sueños y mis ganas, retrasé con todas mis fuerzas por miedo a romper lo poco que quedaba. 

Pero lo conseguiste. Un día. Tarde del 31 de diciembre. Una carta. Un muñeco de trapo. Y mi corazón latiendo con miedo. Con miedo a hacerte daño. Sin saber que esto me iba a cambiar. 

He crecido contigo y he aprendido más de lo indecible. Que el amor es más que la pasión de dos amantes. El amor es estar. Y me has enseñado a estar y a querer estar.

Y comprender que una vida sin ti sería una pérdida de tiempo.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Una vez más.

Van cuatro años.