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Te amo. Te amo muchísimo. Tienen que pasar cosas como esta para darme cuenta que todavía no soy consciente de lo enamorada que estoy de ti. Todavía me sorprendo a mi misma.  Es jueves por la noche y estoy nerviosa. Tengo que confesarte que tengo miedo, mucho miedo. Intento mantener la compostura y esta vez parece que hacerme la dura se me está dando bien. Sólo quiero abrazarte hasta llegar a ser parte de ti. Quiero que salgas de tu encierro. Necesito que seas libre. Para cuidarte como quiero y que me cuides. Para que me protejas del mundanal ruido y de esta realidad que ya sabes que no me gusta. Y como sólo tú sabes hacerlo. Lo sé. Vuelvo a ser egoísta. No tengo remedio. Sólo le pido a Dios, a los hados o a esas fuerzas celestiales que nos rodean, que te ayuden. Que te quieran la mitad de lo que te quiero yo. Y que por fin salga todo bien.

Our love will be forever.

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Perdimos la magia.  Perdimos la magia y no tiene pinta de querer volver. Lo siento cariño, pero ya no eres el mismo. O quizás sí y creaste una máscara cubierta de flores y bombones.  Quizás te suena esto que te digo. Pero no me crees, ya nunca me crees. Ya no existe el detalle de los gestos ni de las palabras.  El cuento de hadas perdió el rumbo en la niebla del cansancio y la impaciencia. Pero sigues sin creerme. No me siento especial. Sólo soy una más en un mar de dudas.  Y piensas que un par de palabras me calmarán. Dime si esto que tenemos merece la pena. Porque yo no sé si quiero. No sé si quiero poder. Y tampoco encuentro tus ganas de luchar.

Tú.

Cuando pienso que todo a mi alrededor se está derrumbando.  Cuando estoy triste por pensar porque crecemos y los sentimientos cambian y aquellos que creía que permanecerían conmigo se esfuman.  Cuando creo que los trámites van a apartarme de lo que verdaderamente soy.  Cuando pienso en la muerte y se me nubla la vista y me invade el pánico de dejar de sentir. De dejar de sentir tus uñas en mi espalda. La brisa de una noche de verano. El cariño de mi madre. La lluvia calándome los huesos. ... Pero cuando pienso en ti, como si de un milagro se tratase, todo se desvanece. Y me hago devota de tu religión, de tu nombre. De cada arruga, de cada lunar, de cada cana. De tus manos. De tu voz pronunciándome. De la vida que tenemos que empezar.  Y de nuestra preciosa historia.

Allí donde habitan mis terremotos emocionales.

Hace tiempo que las cosas no van bien. Nada nuevo ya que este blog está lleno de dramas sin sentido. Sólo que esta vez estoy cansada de que las cosas no vayan bien.  Cada mañana despierto con el miedo a la emoción que va a inundar mi casa. Por eso hay días que me encantaría convertirme en un ovillo de lana y dejar pasar el tiempo en mi fortaleza de sábanas. Imagino que estoy en otro lugar donde no hay dolor que me afecte ni respuesta que me sacuda por dentro.  Ya de por sí mi situación es complicada. Vivo haciendo cosas que no me gustan. Sí, lo sé. Es un mal necesario. Pero con el tiempo la ilusión se esfuma y cada vez me cuesta más encontrar aquello por lo que sentía vocación. Las palabras no ayudan. Los recuerdos no emocionan. Y las circunstancias no acompañan. Y es que a lo largo del día interpreto múltiples papeles. El de estudiante responsable, el de muro de carga, el de saco de boxeo, el de animadora de situaciones insalvables... el de hija que todo lo puede. Nadie m

Magia

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No sé expresarlo con palabras. El mundo está sumido en el caos absoluto. Mi vida no es menos que el mismo desorden de siempre. Y ya me hago mayor. ¿Sabes? Hace tiempo que dejé de creer en la magia. La olvidé, la hice volar. Dejé que el mundo me engullera sin pedirme permiso. Confieso que al principio me asusté. Desahogué un mar de lágrimas hasta que llegó el momento en el que me resigné. Continué mi vida caminando de puntillas. Con lo que odio hacer eso. Aún así, la echaba de menos.  Y hoy nada pronosticaba que esa situación fuera a cambiar. Hasta ahora. No sé decirte si ha sido esta canción que llevo escuchando en bucle una hora o ponerme a pensar en ti. Sólo me salía decirte "te quiero". Me ha removido, me ha conmovido... y no me ha hecho llorar. Pensar en ti me ha hecho fabricar la sonrisa más bonita del mundo. Eso es magia, ¿no?