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Un día atípico

No sé si alguna de estas palabras te llegarán allá donde estés. Pero necesito contártelo porque así te siento cerca.  Hoy ha sido un día precioso. Un sueño. He entrado en un aula. Y esta vez no ha sido de visita. Ha sido como lo que siento que soy desde que tenía 8 años.  Como maestra.  Y más allá de los miedos. Del temor a equivocarme. La incertidumbre de no saber a qué me enfrento. Más allá de todo esto, he sentido que flotaba todo el tiempo. Algo dentro de mí ha vuelto a nacer. Y soy tan feliz.  Ojalá estuvieras aquí para verlo. La sonrisa que tengo todo el tiempo.  Estos niños me dan la vida y tú me has dado mucha de la fuerza que he necesitado para seguir luchando. Gracias. Gracias por haber confiado siempre en mí. Te quiero.

Cloaca

Últimamente hay momentos en los que me doy cuenta que he dejado de respirar. No sé por qué lo hago. A lo mejor mi inconsciente está mandando una orden a mi cuerpo. La orden de dejar de existir. Porque no quiere doler más. Estos tiempos están siendo convulsos lo que no es ninguna novedad. Se pueden contar con los dedos de una mano las ocasiones en las que he sido feliz estos años. O al menos tranquila. Ya me conformo con poco. La consecuencia de toda esta mierda es que mi mente está al borde de hacer punto y final. Ser un vegetal, volverme loca o yo qué sé. Algo que consiguiera alejarme de lo mal que está todo esto. Que la lucha acabe y pueda descansar.

Grisoscurocasinegro.

Días con sabor a melancolía. Desiertos de días sin sol y noches sin sueño. Intentos frustrados por mantenerme a flote. Pero este bote salvavidas se hunde. Las soluciones no llegan, no encuentran el camino a casa. El tiempo me aprieta y me ahoga pero hago caso omiso a la urgencia.  Sola. Inmóvil y sola.  Rota e inmóvil. Rota. No cuido y descuido lo poco que quiero. Pero no quiero poco, quiero la vida. Y la vida me da la espalda mientras el miedo me tapa los ojos.  Y el miedo se vuelve ira. Y la ira, desidia.  Lloro. Joder cómo lloro. Duermo con la lágrima de la desesperanza y la esperanza de despertar en otra historia.  Recorriendo en círculos el camino andado. Con una sonrisa que grita de terror. Y el dolor que atenaza.