Dispara.
Por primera vez estoy
segura de lo que sientes. De lo que verdaderamente sientes por él. Y te sientes
tan bien que nada ni nadie puede estropear este momento. En el que un beso
sella vuestras íntimas confesiones en un raído sofá a las tres de la madrugada.
Un “Te quiero” que sabe mejor que ningún otro, un cosquilleo que siempre ha
estado ahí y que ahora dejas volar.
Por primera vez tienes
miedo. Más miedo aún. Esto es muy fuerte,
piensas. Sus ojos te atraviesan con su azul inmenso mientras las palabras
se asientan en vuestras manos, que acarician lentamente el ambiente que habéis creado
entre los dos. No existe nada más, ni frío, ni hambre, ni sueño.
Tan solo vosotros,
nada más.
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