Tengo una tormenta en la cabeza. Una tormenta que va y viene y que cuando se despeja, me regala una falsa sensación de estabilidad. 

Pero hay días como hoy donde la lluvia inunda todo. El pecho duele y me siento enferma de verdad. 

Como si de una mala gripe se tratara.

E igual que pasa cuando estás enferma, el cuerpo pesa y está cansado de luchar.

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Una vez más.