Melodía triste.

Como las cuerdas de un violín gastado. Poco a poco se van rompiendo los acordes de esa melodía. Aún por continuar, sin saber si será cierto su final. El melodrama que cubre cada una de sus líneas no deja lugar a dudas, está triste. Tan triste que quizás tenga un final anticipado, luchando con cada una de las motas de polvo que reclaman venganza. Y todo para nada, pues no pide reconocimiento, tan sólo un poco de consuelo.

Pero quién podría dar consuelo a un puñado de notas. Aquel que las componga será un oscuro solitario, aquel que las toque un desconsolado corazón. Acordes mortecinos que clavarían mil agujas sobre el daño ya hecho, retorciendo las lágrimas en su interior. Desgarrando la piel. Desnudando el alma. Quedando indefensos ante las puertas del dolor. El dolor de un desamor infectado, que seguirá gangrenando hasta el fin de sus días.

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