Devórame.

Estaba mirando más allá. Donde acababa el cielo y comenzaba la esperanza. Estaba contando el número de veces que el sol asomaba entre las nubes. En un día tan nublado era difícil encontrar un solo rayo de luz. Pero a ella le encantaban ese tiempo. Las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer y ella intentó reprimir las carcajadas. Quería calarse hasta los huesos, sentir el frío de la ropa mojada pegándose en su piel. Alzó los brazos en dirección al cielo. “Dame más” pensaba. Dando vueltas sobre sí misma, ya no puedo contener más la risa. Le daba igual lo que pensaran los demás, pues ya estaba muerta. 

“Todo es diferente ahora, ahora que no estoy contigo porque sería imposible. No te quiero en mi vida, no sería justo para ti. Si consiguieras mirarme de verdad, te darías cuenta. No soy tu sueño, no soy tu deseo… no soy nada. No quieras darme la oportunidad de demostrártelo pues mi destino es estar sola. Preocupándome cada día, cada segundo.. por lo que una vez hice mal. Daño hice, daño me harán. A mi y a todos los que me rodean. Escapa antes de que sea tarde. Antes de que tus actos te destruyan. Y recuérdame, siempre... mis sueños van contigo.”

Si tuviera la oportunidad de cambiar cualquier cosa, ella lo cambiaría todo. Pues desde su nacimiento estaba condenada. No se podía esperar menos siendo hija de quien era. El diablo, su progenitor.

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